2. Los Activistas
Lily Cavanaugh
EF: Gracias por permitirnos entrevistarla y quería que nos diera su nombre completo, por favor.
LC: Mi nombre es Lilliana Calderón Cavanaugh. Nací en San José en Costa Rica y crecí hasta los catorce o quince años en Costa Rica también.
EF: ¿Y en qué año vino usted aquí a Ohio?
LC: Vine a Ohio en los años ochenta. Luego regresé a finales de los noventa.
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EF: Entonces, como vivió hasta los catorce años en Costa Rica, ¿cómo fue su niñez allí?
LC: Ay, fue muy bonita. Somos cinco hermanos. Entonces, había siempre mucha gente, mucha familia, jugábamos mucho afuera, disfrutábamos mucho del campo, de la playa. Siempre, siempre jugando y haciendo travesuras, ¿no? como los muchachos de allá.
EF: ¿A los catorce años vino usted a Estados Unidos?
LC: Sí, vine a los catorce años porque quería estudiar inglés. Entonces, vivía en la Florida y viví con una familia Mexicana, y estuve allí hasta que terminé mi high school.
EF: ¿Y luego regresó allá?
LC: Luego regresé a Costa Rica por un tiempo.
EF: ¿Cuáles fueron las diferencias que usted vio más, o que sintió más al venir a Estados Unidos como adolescente?
LC: Sí. Principalmente, fue la comida. Yo creo que el primer choque grande que tuve … acostumbrarme a no comer el arroz y frijoles, comía pero siempre estaba con hambre. No me llenaba con nada. La comida, el idioma, pues sí desde luego era diferente, pero no me afectó tantísimo porque se me hizo fácil aprender el inglés. Me gustó mucho el sentido de independencia y como me trataban como persona adulta y también que no había tanta diferencia entre los varones y las mujeres en la familia. En Costa Rica como éramos una familia, pues, bien tradicional, siempre mi mamá y mi papá estaban muy preocupados y de porque éramos las muchachas “que cuidaran a las muchachas” y todo eso. Entonces, yo creo que eso fue una de las cosas que me gustó, sentir esa libertad y esa oportunidad que tenía de hacer cosas como que fuera grande.
EF: Hablando de la familia y de ese tiempo de usted con su familia, ¿qué canciones, historias, o chistes siente usted que son parte de su familia?
LC: Canciones … bueno. Mi mamá nos cantaba canciones cuando estábamos chiquitillos que me imagino que eran esas, que ya ni me las recuerdo. Historias, yo viví en Escazú en Costa Rica y Escazú es un pueblo que está muy cercano a las montañas y se decían que es la cuidad de las brujas. Entonces cuando estábamos pequeños y nos estábamos criando, siempre estábamos oyendo a cualquier cantidad de cuentos acerca de brujas, y de la mano peluda y del perro con cadena y de la vieja sin cabeza. Entonces entro los mismos chiquillos, contábamos unas historias, o contaban ellos, que nos aterrorizaban del miedo, pero no sé, nos encantaban y creemos en todo eso, ¿no? Porque supuestamente veníamos de la cuidad de las brujas así que había ciertas partes por donde nos íbamos a jugar y habían en especial una casa que quedaba muy cerca de un rio, y la gente que vivía allí era gente vieja y siempre que pasamos por allí nos daba tanto miedo. Según nosotros era allí donde vivía una bruja, y allí hacia sus experimentos y si, no nos poníamos vivos y pasamos por allí nos podía coger la bruja. Pero si, había muchos cuentos de muchachos.
EF: Bueno, como costarricense. ¿Qué tradiciones usted extraña más acerca de vivir en Costa Rica y ahora acá en Ohio?
LC: Pues, realmente, salí bien joven de Costa Rica y aunque regresé por un periodo de años, la verdad es que la mayoría de mi vida he estado afuera de Costa Rica. Entonces, las tradiciones que recuerdo es con la mentalidad de una chiquilla y bien jovencita, ¿no? Recuerdo en la época de navidad, que es el inicio del verano, siempre teníamos la costumbre de irnos para la playa a visitar a mis tíos y a mis tías que vivían cerca de la costa. Entonces esto era una época en el año que disfrutábamos muchísimo, especialmente el día de la navidad, el año nuevo, y todo eso eran fiestas bien grandes. La semana santa es algo que todavía a la fecha, me hace falta porque recuerdo las procesiones, y las comidas, que hacían diferentes y la gente que nos venían a visitar, muchas veces de la provincia porque venían a pagar promesas o ir a las romerías y cosas de eso así que eso sí es bien diferente. Yo creo que de todas las cosas que, no importa donde haya vivido en los Estados Unidos o en otros países, lo que siempre me ha chocado más de no esta de Costa Rica son las navidades y la semana santa.
EF: ¿Cuál fue su primera impresión de Ohio cuando usted se mudó aquí?
LC: Que se parece mucho a Costa Rica o países de américa latina por ese sentir tan familiar que se tiene y me gustó la forma como las familias son bien unidas, son familias más grandes. Conocí mucha gente que tiene una relación bien cercada a primos y tíos. Vivimos, cuando vinimos acá, cerca de Dayton en Oakwood y entonces es una comunidad relativamente pequeña en donde mucha unión familiar, muchas actividades de los vecinos. Al colmo de que la gente esta se prestaban azúcar y leche y mantequilla, y yo dije “¡en los Estados Unidos y que hagan estas!” ¿no? Eso fue lo que me llamó mucho la atención de esa unión familiar. No me encantaba el hecho de que no hay montañas y que todo está en plano. No me encantaba mucho de hecho que hacía tanto frio en el invierno. Pero sin embargo después de haber viajado y trabajado en otros partes de los Estados Unidos, realmente sentí que era un buen lugar para criar la familia, y para sentirse uno más o menos en casa. Aunque no había muchos hispanos. Le cuento que cuando yo vivía en Dayton y cuando recién llegue acá, éramos muy pero muy poquitos.
EF: ¿Cuáles son esas memorias de esos primeros años de usted aquí en cuanto a trabajos, estudios o comunidad?
LC: Bueno. Empecé mi propia empresa cuando vine esta segunda vez, porque estuve aquí cuando era bien joven. Luego, cuando regresé a Costa Rica, empecé a trabajar con una compañía internacional, entonces yo viajaba muchísimo a los Estados Unidos. Para mí los Estados Unidos era como mi segunda casa. Trabajaba siempre en un ambiente muy norteamericano y muy internacional y luego trabajando en Europa o en África o en Asia, donde yo estuviera siempre convivía mucho con los norteamericanos así que no fue una transición muy grande cuando vine a acá a Ohio. Pero, yo creo que por lo general, las experiencias fueron buenas. Me gustó mucho de la oportunidad crecer mi primer negocio y de veras de poder en práctica eso que dicen el sueño americano, ¿no? Si nos esfuerza y trabajar duro lo puede lograr. Al iniciar esa impresa que tiene que ver con traducción y con interpretación, me di cuenta que existía muchísima necesidad para gente de otros países, no había mucha gente de Costa Rica, pero mucha necesidad para otra gente de otros países y que realmente la gente aquí no entendía muy bien a las personas internacionales. Entonces empecé a hacer mucho trabajo voluntario con la comunidad y a tratar de organizar a la comunidad y eso fue una muy buena experiencia también.
EF: ¿Cuál ha sido el momento más importante de su vida aquí en Ohio?
LC: ¡Han habido tantos! Hay varios. El momento en que logré que mis hijos se graduaran, y que completaron sus estudios para mí eso es un triunfo muy importante. El momento que yo misma logré completar mi grado de masters también, eso fue muy importante para mí, la educación es sumamente importante. Los momentos cuando hemos visto levantar a la comunidad y hemos estado trabajando fuertemente para ayudarle a ciertas organizaciones o grupos y finalmente después de muchos años de no ver resultados … Son momentos que no se miden en el instante en que están sucediendo sino que casi que tienes que mirar para atrás para realmente poderlos apreciar. Yo pienso que el trabajar aquí en la comisión de asuntos hispanos es uno de los momentos que ahora lo valoro mucho. En su debido momento no sabía el significado, pero el hecho de poder trabajar representando a los hispanos de Ohio es una grandísima responsabilidad, pero más que todo yo creo que es un gran privilegio.
Yo soy muy positiva, y siempre busco el lado bueno a lo malo. Así que yo siempre digo, “lo bueno es bueno, lo malo es bueno porque te hace fuerte así que todo es bueno.”
EF: Y reflexionando en esos primeros años, ¿cuáles han sido algunos de los tiempos más difíciles quizás de estar acá?
LC: Tiempos difíciles. Yo pienso que siempre hace falta la familia, ¿no? Y aunque realmente he vivido fuera de Costa Rica la mayoría de mi vida, no me doy cuenta que tanto me faltan hasta que voy a visitarlos y después cuando regreso, “ ¡ay, carambas que falta que me hacen!”. Eso es difícil diría yo porque se pierde uno de muchas cosas importantes de la familia, ¿no? Por otro lado realmente yo no encuentro muchas cosas difíciles. Yo soy muy positiva, y siempre busco el lado bueno a lo malo. Así que yo siempre digo, “lo bueno es bueno, lo malo es bueno porque te hace fuerte así que todo es bueno.” Yo pienso que es difícil a veces ver cómo la gente hispana ha sufrido tanto también, cuando hacernos años cuando hubo las redadas, y cuando estuvieron huyendo mucha gente hispano por temor a la migración y todo eso, y cuando estuvo ese sentimiento tan grande, en contra de los hispanos y de toda esa gente. Pues, yo creo que eso fue un momento difícil aunque no me afectó a mí personalmente porque gracias a Dios nunca me he sentido extraña ni extranjera siempre me sentido muy incluída pero sí pude ver a mucha gente que sufrió por eso y de veras que todo eso es difícil porque, aunque no seas tú, pues te da pesar.
EF: Usted ha sido empresaria, ¿no? ¿Qué otros trabajos ha tenido usted y cuál de ellos ha sido su favorito?
LC: Mi trabajo favorito es ser mamá. Es la verdad. Yo creo que es lo que más he disfrutado de todos mis roles, ¿no? de mi vida. Y los hijos disfrutando mucho. Y he tenido cantidad de trabajos realmente, yo me he inventado me he vuelto a inventar muchas veces. Empecé trabajando como secretaria, recepcionista. Luego fui director de programas de desarrollo, luego fui consultor internacional, y luego hice capacitación en diferentes continentes sobre temas de desarrollo y asistencia para emergencias. Trabajé mucho de ese mundo de los NGOs, de las agencias que ayudan en mundo internacional. Eventualmente decidí que quería establecer mi propia empresa, me hice traductora-intérprete. Comencé mi negocio. Allí hice de todo hasta de contadora, que no tengo ni nada de contadora, ¿no? pero hice de todo un poco. He sido ejecutiva, mucho trabajo de ejecutiva, soy como se dice “Keynote”. Hago muchas presentaciones. Soy una presentadora general para muchos diferentes eventos y sigo inventándome. Yo creo que eso es lo bello de estar vivo, de siempre poder inventar algo nuevo una nueva carrera, una nueva aventura. No sé cuantas más van a haber.
EF: Usted dice que tiene hijos, ¿no? ¿Cuántos hijos tiene?
LC: Tres. Tengo dos niñas y un niño.
EF: ¿Y son ya adultos ahora?
LC: Sí.
EF: ¿Qué historias de su vida le gusta contarles a ellos?
LC: Sí. Pues, mis tres hijos realmente saben español y son muy ticos. Pero, realmente nunca han vivido en Costa Rica. Porque, cuando mi hija mayor tenía casi cuatro años salimos de Costa Rica y nunca más volvimos a vivir allá. Y ya ella tiene treinta. Así que, los tres aprendieron español y aprendieron a ser muy ticos desde el extranjero. Les encanta, les encanta que yo les cuente las aventuras que teníamos cuando éramos chiquitos. Sobre todo les encanta las historias que cuento sobre los viajes que hacíamos a visitar a nuestros parientes que vivían lejos de la capital, porque nosotros vivíamos en San José, cuidad, todo muy moderno, ¿no? Pero sí teníamos tíos y primos que vivían cerca de la costa en fincas. O en montañas, ¿no? Tenían sus ganaderías y cosas de esos. Entonces, para nosotros siendo chiquitos de ciudad nos fascinaba ir a visitar a esos tíos y podernos subir en caballos y poder ir a arriar las vacas o qué sé yo, a ver las siembras y todo eso. Así que siempre he inventado muchos cuentos y les he contado aventuras tremendas a ellos y les encanta. De veras que lo disfrutan mucho.
EF: ¿Ha tratado usted mantener una tradición en particular en su familia?
LC: Sí, el famoso Thanksgiving. El día de acción de gracias. En cualquier parte del mundo que hemos estado, como he trabajado siempre tan pegada a la cultura americana, es una de las tradiciones que sí se celebran. Y claro, en algunos países en los que hemos vivido son países cerrados, musulmanes en donde ninguna de estas celebraciones se dan. Entonces, todavía más significado. Pero, siempre creamos esta tradición que para el famoso día de acción de gracias tienes que dar gracias por la comida que realmente te gusta comerte. Entonces, cada uno de mis hijos tiene el privilegio de escoger una comida favorita de ellos y si no tiene nada que ver con el famoso pavo, no importa. Entonces a la fecha todos ellos pasan semanas pensando “¿qué voy a pedir este año para mí cena de acción de gracias?” y por lo general cuando invitamos a gente a venir a la casa para Thanksgiving, para la acción de gracias tenemos que empezar con una introducción porque la mesa no se parece a la mesa tradicional. Así que creo que es una de las tradiciones que hemos inventado nosotros.
EF: ¿Cuáles platitos han aparecido en esta cena?
LC: De todo. Gallo pinto, picadillos, comida que aprendimos a comer en Tailandia. Habia un plato que se llama “sukiaki” que es algo asiático. De todo. Couscous, antes de que el couscous se hiciera famoso en los Estados Unidos. En áfrica comíamos mucho couscous. Entonces habían unos platos que hacíamos con couscous. Así que muchas cosas diferentes. De hecho siempre tenemos el famoso pavo por allí, pero nunca es la estrella de la cena.
EF: ¿Cuál ha sido la cosa o el evento más divertido o chistoso que le ha ocurrido usted de aquí?
LC: ¿Cuál sería? Yo soy una tortera. A menudo me pasan chascos o cosas no, pero. Yo siempre salgo adelante ¡Ay carambas! Cuando trabajaba de intérprete me pasó una vez que estaba trabajando ante un juez federal, lo cual es algo bien grande, bien serio. Y estaba yo haciendo interpretación al francés y de un pronto al otro, el juez, que por lo general me escuchaba a mi hablando en español dijo algo en español, y de un pronto al otro yo empecé a traducir al juez al francés, y luego devolverme el inglés y todo el mundo en la corte se me quedó mirando porque de pronto el juez y yo estábamos en una conversación directa. Lo cual fue algo muy inusual no porque estábamos en un caso grande y me dio vergüenza pero a la vez me dije, “wow, no sabía que yo era tan fluída”. Porque realmente, o sea, pues sí me había preparado bien en francés para el caso que estaba haciendo pero ni cuenta me estaba dando que el señor me estaba tratando de hablar en español y de pronto yo todo se lo traducía al francés, así que para mí fue chistoso. Pero a menudo meto la palta, digo tonterías. Especialmente con los hispanos. Digo dichos ticos o de otros países que he aprendido y salgo dándome cuenta que es dicho malísimo en el país de ellos. Así que, ni modo.
EF: Usted mencionó algunas cosas que yo me imagino que han sido los momentos de mucho orgullo en su vida como por ejemplo la educación, haber podido lograr lo que ha logrado ahora. ¿Usted puede decirnos de algún otro momento en su vida que la enorgullece?
LC: Yo creo que un día especial fue quizás el día que me convertí en ciudadana americana. Gracias a Dios, en Costa Rica podemos tener doble ciudadanía. Pero para mí, ese es un paso importante que lo tomé pensándolo muy bien porque yo no simplemente quería hacerme americana por el hecho de decir, sí bueno ya lo hice. Sino que para mí tenia consigo una responsabilidad personal y bien importante. Y me puse a pensar que realmente en este país yo había logrado mucho. Había logrado criar a mi familia. Indirectamente, pues lo que pude venir acá estudiar, y aprender inglés, conseguir un trabajo internacional y todo eso. Realmente que los Estados Unidos me había dado a mí bastante. Y yo sentí que al hacerme ciudadanía americana pues iba a tener la responsabilidad de pagar de vuelta. En el sentido que es muy importante participar en los procesos políticos, en elegir nuestro presidente, y en tener un papel en la vida cívica de los Estados Unidos. Y me di cuenta que nosotros como hispanos, añoramos mucho venir aquí. Pero una vez que llegamos aquí, pocos somos los que realmente nos invertirmos en ver cómo hacemos para ser buenos ciudadanos americanos, qué es lo que este país representa y de qué forma. Podemos nosotros ayudar a otros, ayudarnos a nosotros y ser responsables. Y para mí el hecho de convertirme en ciudadanía americana era como quien dice, okay, que es un compromiso a largo plazo y de veras que quiero darme cien por ciento, hacer lo mejor que pueda yo y lo hice haciéndolo así. Entonces ya es un compromiso más a largo plazo.
EF: Usted mencionó que ha trabajado, normalmente trabaja con latinos aquí en Columbus. ¿Qué encuentra usted más gratificante acerca de este tipo de trabajo?
LC: Yo diría que tal vez son dos o tres cosas diferentes. Lo más bello para mí es verle la luz de esperanza a la gente en sus ojos, o la luz de la emoción en la cara cuando los logro convencer de que tengan fe. Realmente nosotros, ¡todos nosotros! tenemos tantos dones, tantas cosas buenas dentro de nosotros y no nos damos cuenta, y estamos buscando que la gente de afuera para dentro nos diga, pero también tenemos que buscar de adentro para afuera y decir “carambas, soy bueno en eso y no otro.” Entonces para mí, yo creo que un papel sumamente importante que yo he podido lograr y experimentar y me da gusto es poder hablar con la gente y darles fe, porque aunque a veces las cosas no se ven muy buenas, siempre una manera de seguir adelante. Por otro lado, el hecho del trabajo que hago y de poder ayudar en una forma más impactante y el poder representar a tantas de nuestra gente se enfrenta de, que sé yo, de la asamblea o de los senadores o de los representantes del estado, del gobernador y todo eso. Jamás en mi vida pensé yo que iba a estar metida en estos círculos. Pero yo creo que ese sentido de responsabilidad por mi gente ¿no? hace que yo me haga valiente aunque me tiemblen las rodillas. Y en tercer lugar, yo creo que tener la oportunidad de conversar con la gente joven y de saber que yo los entiendo mucho porque yo vine de este país muy joven, y entonces aprendí muy bien cómo ser una persona que funciona bien en dos culturas muy rápidamente. Y muchas veces los jóvenes están como muy atrapados, y no sienten que los papás pueden entenderlos y la gente estadounidense tampoco y entonces yo creo que hasta un cierto punto tengo un magneto allí, un imán que los atrae a mí porque yo de veras que entiendo bien de donde vienen y que es lo que está pasando. Y por lo general me gusta retarlos y tirarlos a que, si creen que pueden lograr algo, yo sé que pueden lograr más. Así que es un gusto, realmente el trabajo que hago no es trabajo, es placer.
EF: ¿Qué mensaje le gustaría usted darles a sus hijos o nietos en el futuro?
LC: Sea valiente y esfuércese. Mi papá siempre tenía un decir que siempre nos decía “nunca se ha visto de un Calderón que sea pendejo”. Y de veras que con eso él siempre decía que aunque no esté seguro cien por ciento si lo va a lograr, ¡dele viaje! Que si no llega hasta al final, por lo menos, llega hasta medio camino. Así que yo creo que esto es siempre algo que les he inculcado mucho a ellos y a cualquiera. La realidad es que una nunca sabe que tan lejos puede llegar sin ni siquiera empezar. Así que empiece. A alguna parte llega.
EF: ¿Si usted le tuviera que dar consejos a nuevos inmigrantes a este estado, que les recomendaría?
LC: Mucha paciencia. Cuidado. Tienen que tener cuidado de cómo vienen, con quien vienen, y que son las metas que ellos quieren realizar y que tan realistas son estas metas. Sobre todo que hagan un esfuerzo importante por aprender inglés, que es sumamente importante. A los padres que sean comprensivos con los hijos porque no son pequeños adultos, son muchachos, son niños. Y sobre todo que tengan unas metas muy claras de por qué razón van a estar aquí y por cuanto tiempo lo quieren. Porque muchas veces he visto familias que creen que se vienen acá porque es la oportunidad de mejorar la vida de la familia. Pero en realidad, la unidad de la familia sufre tanto al estar acá y la calidad de vida no está. Entonces es bien importante saber de esas cosas y sobre todo que tenga una buena actitud y sean optimistas y traten de comprender un poco a la gente que quizás sean un poco groseros, o no los entiendan bien porque quizás ellos no han tenido la oportunidad de conocer a hispanos, u otra gente de otros países antes. Pero sobre todo mucha perseverancia.